lunes, 26 de agosto de 2013

"La Violencia"

LA VIOLENCIA

El concepto de violencia hace referencia a actos de fuerza contrarios al derecho o a la ley.  Estos actos pueden ir desde el abuso de poder a la coacción o al uso de las armas.  En la historia de Colombia se han presentado muchos de estos casos, pues es frecuente el recurso a la violencia en las relaciones entre las personas, y entre los ciudadanos y los gobiernos.  Desafortunadamente, el recurso a los hechos de fuerza es un aspecto recurrente en la historia de la humanidad, la que no ha podido desarrollar un sistema que erradique las desigualdades, las ansias de poder y las ambiciones individuales o colectivas.  Sin embargo, cuando el concepto “violencia” se aplica a un periodo específico de nuestra historia, el que corre de mediados de los años cuarenta y comienzos del Frente Nacional, su significado adquiere un sentido diferente.  “La Violencia” abarca el conjunto de fenómenos relativos a la crisis del bipartidismo y a su enfrentamiento armado durante los años centrales del presente siglo.  

Este fenómeno histórico, de profundas repercusiones para nuestro presente, comprende en su desarrollo los siguientes periodos: primero, de 1930 a 1947, los años de conformación del problema ante las disputas y persecuciones entre liberales y conservadores por el control de los puestos públicos, además de los desacuerdos de los grupos de interés ocasionados por el establecimiento del orden burgués.  Segundo, de 1948 a 1953, la primera etapa de “la violencia”, caracterizada por el enfrentamiento armado entre campesinos liberales y conservadores, la conformación de las guerrillas liberales y el empleo de la policía como arma del conservatismo.  Tercero, la segunda etapa de “La Violencia”, de 1953 a 1957, bajo el régimen de Gustavo Rojas Pinilla, quien, luego de decretar e incumplir una amnistía, obligó a los campesinos liberales a regresar a las armas y a reunirse en grupos de autodefensa ante la presencia del ejército en los campos.  Finalmente, un cuarto periodo, de 1957 hasta mediados de los años sesenta, significó la transformación de la guerrilla liberal en revolucionaria, bajo la influencia de la revolución cubana y de la ideología marxista leninista o maoísta.       

ANTECEDENTES

El cambio de un régimen liberal a uno conservador en 1930, luego de cuatro décadas de hegemonía, creó en el país un fenómeno hasta la fecha desconocido: los enfrentamientos partidistas por intereses burocráticos.  Al comenzar los años treinta, la solidez de los partidos tradicionales en términos electorales estaba relacionada con el crecimiento de la administración del Estado.  El dominio de los puestos públicos aseguraba la reproducción social del partido, el control sobre la implantación sobre medidas de gobierno y el manejo de las ciudades, pueblos y veredas en las elecciones.  Ya en 1930 los periódicos comenzaron a editar noticias sobre asesinatos y enfrentamientos entre liberales y conservadores.  En muchas poblaciones, por ejemplo, el nuevo alcalde era un liberal mientras que el Concejo estaba en manos de los conservadores.  El temor por la pérdida de los puestos, de una parte, y la transformación del poder local en beneficio del liberalismo, de otra, empezaron a causar muertes violentas y escándalos políticos.  Esta situación se prologó sin solución de continuidad hasta 1946, cuando se revirtió el proceso: los conservadores asumieron el poder y comenzaron a desbancar a los liberales.  El efecto fue el mismo, con los agravantes de 16 años acumulados de disputas en los pueblos, el relativo fracaso de las reformas de López y la división de los sectores dirigentes, que aprovecharon las circunstancias para incrementar conscientemente los enfrentamientos.

CAUSAS

La situación estructural de atraso en los campos fue una de las causas principales de “La Violencia”.  A las disputas entre campesinos liberales y conservadores se sumó el enfrentamiento con los propietarios de tierras.  El fracaso de las políticas reformistas de los años treinta y el triunfo de la contrarreforma agraria (ley 100 de 1944), aunados a la penetración del comunismo y del gaitanismo en las regiones más afectadas por la expansión de la hacienda y la permanencia de las malas condiciones de trabajo, aceleró y radicalizó la explosión de los hechos de violencia a partir de 1948.  Los desacuerdos entre sectores dirigentes del país, manifestados en las disputas entre las cúpulas de ambos partidos y en las múltiples divisiones que se presentaron en su interior, fueron también causas de la explosión de “La Violencia”.  Los altos sectores se mostraron incapaces de adecuar las instituciones a las nuevas realidades, de controlar las tensiones generadas por el desarrollo del capitalismo y el establecimiento de la sociedad burguesa, y de generar liderazgos capaces de canalizar las fuerzas sociales por caminos democráticos.  La lucha mezquina de intereses y el renacimiento de las ortodoxias ideológicas, en la base de la división del bipartidismo, produjeron un vacío total de poder que fracturó las instituciones y no encontró otro camino que el golpe de estado y el ejercicio de las armas.

El único liderazgo fue el de Gaitán.  Es imposible afirmar que él hubiera podido canalizar los conflictos y darle solución.  Su asesinato, el 9 de abril de 1948, aceleró el proceso de descomposición política.  Sin duda Gaitán era “el jefe”: sus seguidores provenían de ambos partidos y se contaban por cientos de miles; había logrado masificar la política y crear lealtades personales, no burocráticas.  El rompió los marcos tradicionales de la práctica política en parte con la ayuda del lopismo y en parte con la incorporación de amplios sectores de trabajadores a la política gracias al sindicalismo y a las organizaciones obreras, pero Gaitán anuló tanto a unos como a otros e impulsó aún más el quebrantamiento de las formas de control social del bipartidismo.  Su muerte violenta, entonces, no podía generar más que violencia.  En eso también erraron sus asesinos, fuesen cuales fueran los causantes.  La represión como arma de gobierno alcanzó su máxima expresión luego de 1948 y lo mismo ocurrió con la hegemonía de partido.  Los odios se convirtieron en “iras santas”; el objetivo era exterminar al enemigo, que para los conservadores eran los liberales, acusados de marxistas y pro soviéticos, y para los liberales eran los conservadores, señalados como fascistas.

FORMAS DE LA VIOLENCIA

El historiador Gonzalo Sánchez ha señalado que, con el ascenso de Laureano Gómez al poder, “la Violencia” llegó a su momento “de máxima intensidad, revistió nuevas formas y golpeó nuevas regiones.  En su carácter multidimensional se pueden diferenciar por lo menos tres procesos globales: el terror, la resistencia y el resquebrajamiento del orden social”.  El terror de estos años de enfrentamientos es indescriptible.  Las consignas fueron de “tierra arrasada” y de asesinato con sevicia.  Los campesinos de uno y otro bando, además de las fuerzas al servicio del partido en el gobierno, llegaron a extremos insospechados: la tortura, el asesinato de niños y mujeres embarazadas, la masacre de familias enteras, las mutilaciones, acompañados de la destrucción de sementeras, el robo de ganado, la destrucción de casas y el incendio de propiedades o de mejoras introducidas en ellas.  Pueblos enteros se enfrentaron a sus vecinos.  El país se dividió en zonas donde un oponente político no podía entrar a riesgo de no salir con vida; el uso de salvoconductos se generalizó y dificultó el libre tránsito de las personas; la venganza se enseñoreó en los hombres y los niños crecieron bajo su dictamen implacable.  Las zonas afectadas por esta ola de terror fueron principalmente, los campos de Cundinamarca, Boyacá, Santander, Tolima, norte del Valle y el Gran Caldas.  En cada una de estas regiones, “la Violencia” adquirió un tinte particular, con personajes y jefes de grupos reconocibles por las formas de ejecución de sus enemigos, crueles sin excepción.

En forma paralela estos enfrentamientos grupales o individuales, en algunas zonas del país se desarrolló otro tipo de oposición al conservatismo: la guerrilla liberal.  Los enfrentamientos contra la guerrilla convirtieron “la Violencia” en una guerra, pues el ejército y la policía enfrentaron grupos organizados militarmente.  Las guerrillas se desarrollaron en zonas de colonización como Sumapaz y el sur del Tolima, en regiones de frontera abierta o de colonización apenas incipiente como los Llanos Orientales, el Magdalena Medio, el Alto Sinú y el Alto San Jorge, y en regiones sin mayor control del gobierno y con preponderancia liberal, como el suroeste antioqueño.  Dentro de la resistencia guerrillera adquirieron renombre líderes como Guadalupe Salcedo, en los Llanos Orientales; Juan de la Cruz Varela, en Sumapaz; Juan de J. Franco, en el suroeste antioqueño, y otros más que conformaron la serie de “generales” del movimiento guerrillero.  En general, estos grupos alcanzaron un alto grado de organización, desarrollaron un ideario político de gran contenido social e impusieron orden y disciplina sobre las regiones que controlaban.  Su fuerzo y dinamismo preocupó enormemente a la dirigencia liberal, que se vio desbordada por el avance político  y militar de las agrupaciones desde 1952.  Este hecho, además del terror generado en las otras regiones, y la necesidad de abrir espacios políticos para el arreglo de las diferencias entre los partidos, propiciaron el golpe de Estado en mayo de 1953.

ROJAS: TREGUA Y CONTINUIDAD DE “LA VIOLENCIA”

El ascenso del General Gustavo Rojas Pinilla al poder, mediante el golpe de Estado contra el régimen de Laureano Gómez, abrió el camino para un cese en los enfrentamientos y el entendimiento entre sectores moderados de ambos partidos.  El golpe de Estado de 1953 fue rápidamente apoyado, si no dirigido, por el sector ospinista del conservatismo, al cual pertenecía Rojas.  Asimismo, en forma muy rápida, la dirigencia liberal respaldó la medida y contribuyó a legitimarla, aceptando la convocatoria a una Asamblea Constitucional.  Esta, que habría de acompañar a Rojas durante el año de gobierno que quedaba del periodo Gómez, debía preparar el camino para convocar a elecciones y garantizar que el régimen militar permaneciera dentro de límites democráticos.  Así sucedió hasta 1954, cuando Rojas logró que la Asamblea prolongara su gobierno por otro periodo (1954-1958) y comenzó a distanciarse de la dirigencia bipartidista, apoyado en la fundación de la “Tercera Fuerza”: militares y sectores medios y populares bajo la proclama de ideas y acciones de corte populista.  Los estudiantes y los sectores altos se opusieron a ello; la respuesta fue la represión, que radicalizó la oposición hasta el punto de convocar a paros nacionales escalonados y obligar a la renuncia de Rojas.  Mientras tanto, la coyuntura creada por el régimen de Rojas y el peligro de que se convirtiera en dictadura acercaron definitivamente a liberales y conservadores, quienes pactaron un nuevo orden político: el Frente Nacional.

Además del peligro de la dictadura, la reanudación de la violencia en las zonas de guerrilla aceleró el proceso de acercamiento entre los partidos.  Uno de los primeros actos del gobierno de Rojas fue la proclamación de una amnistía general.  Muchos de los líderes guerrilleros y de los jefes de bandas se acogieron a ellas y entregaron las armas, pero varios de ellos comenzaron a aparecer asesinados.  Esto motivó el reanudamiento de “la Violencia”, ahora sin las formas de terror del periodo anterior, pero no por ello menos cruenta.  El enfrentamiento fue ahora entre el gobierno, apoyado por liberales y conservadores y las guerrillas.   Ellas se hicieron receptivas a las ideas socialistas y terminaron por transformarse, las que no fueron aniquiladas, en guerrillas de corte marxista y maoísta.

CONSECUENCIAS

Es importante señalar que este fenómeno transformó la estructura agraria al cambiar en muchas zonas el régimen de propiedad y expulsar, convirtiéndolos en migrantes, a cientos de miles de campesinos.  Por la misma razón, las ciudades vivieron un crecimiento no imaginado, para el cual no estaban preparadas.  Los sectores industrial y de servicios no bastaron para acoger a todos estos hombres, lo que se tradujo en los cinturones de miseria y, a la postre, en las formas de violencia actual.

Bibliografía:

MEJÍA PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9o (Ciencias Sociales), 1a Edición, Editorial Norma , Bogotá-Colombia, 1991, páginas: 194-201.

Actividades:

1.    Realiza un comentario en el blog con base en el siguiente interrogante: ¿Cuál es la diferencia del término “la Violencia” del concepto genérico de la palabra violencia?
2.    ¿Qué característica del periodo de “la Violencia” resaltarías?  Expón las razones para ello.
3.   Las respuestas al punto 2º enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 13 de Septiembre/2013.


sábado, 25 de mayo de 2013

Respuesta a la Crisis de 1929...


LA CRISIS MUNDIAL DE 1929 Y EL RUMBO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1933-1945)

LOS EFECTOS DE LA CRISIS Y LAS RESPUESTAS MUNDIALES

La crisis llamada también “Gran Depresión”, llevó a los países a procurar soluciones nacionales para un problema mundial.  La respuesta fue recuperar la fuerza del nacionalismo económico, ahora fortalecido por la creciente intervención del Estado en los asuntos económicos y en las decisiones vitales que afectaban la banca, la industria, el comercio y la moneda nacional.  En 1933, se celebró en Londres una Conferencia Económica Mundial que pretendía recuperar la vitalidad tradicional del comercio internacional por medio de la libertad de circulación de mercancías.  Sin embargo no hubo acuerdo entre las naciones industrializadas, y cada cual siguió el ejemplo británico de crear zonas proteccionistas y tarifas preferenciales para los productos de los territorios que formaban su imperio.  En 1932 había dado dos pasos importantes con respecto a la crisis que sufría: en febrero presentó la Ley sobre tarifas mínimas para los productos del Imperio, y en agosto, por medio de la firma del acuerdo de Ottawa, garantizó la cooperación económica entre los miembros de la Comunidad Británica de Naciones creada en 1931. 

En general los Estados introdujeron medidas y programas económicos que enfrentaron la caída de los precios de los productos agrícolas e industriales, el desempleo generalizado y amenazante de la seguridad social y política, la inestabilidad de la moneda nacional, la necesidad de capitales para la inversión, la apertura de nuevos mercados por medio de la firma de acuerdos bilaterales, la reorganización de los sistemas bancarios, la protección de los intereses agrícolas e industriales nacionales, entre otros frentes.  En líneas generales, la respuesta de los gobiernos iba dirigida a defender el bien de la nación por medio del control y la racionalización de la libre competencia.  El resultado final fue el creciente poder del Estado, que se constituyó en el gran empresario, el gran financiero, el ente investigador de nuevo tipo encargado de anticipar y solucionar los problemas por medio del manejo de estadísticas y la contabilidad nacional.  En ningún caso las acciones gubernamentales estuvieron dirigidas a cuestionar o a negar la propiedad privada ni a discutir los principios del capitalismo.  Solamente enfrentaron los desequilibrios que habían conducido a fenómenos como el paro, la pobreza y la inseguridad y todo ello en medio de un clima de cooperación nacional.

LA RESPUESTA ALEMANA: EL NAZISMO

Alemania fue el país en donde la Gran Depresión trajo mayores cambios sociales y políticos.  Allí la democracia se hundió con la crisis, y en su lugar surgió el fenómeno más extremo y violento de las derechas dela historia mundial: el Nacional-socialismo alemán, dirigido por Adolfo Hitler.  No sólo recogió los sentimientos de frustración, miedo y resentimiento que la derrota de la Gran Guerra y el costo del pago de las reparaciones habían traído para el pueblos alemán: se sumó a ello el malestar social y la violencia que caracterizaron la crisis económica y política antes de 1933 y los sentimientos anticomunistas que animaban a sus sectores capitalistas dirigentes.  Sin embargo, con el paso del tiempo, los nazis fueron logrando el apoyo de diferentes sectores sociales de Alemania.    

Hitler construyó un Estado autoritario, dictatorial, racista, violento y expansionista, enemigo de los liberales y conservadores que defendían la democracia, y de los socialistas y comunistas que alentaban la revolución marxista.  Reorganizó la vida económica y social en función de la dominación del mundo en el rearme alemán y en la intervención del Estado en la economía.  Dos líneas primordiales guiaron la política nazi: la centrada superioridad racial y la cultura alemana, que trajo la clasificación de los seres humanos en razas superiores e inferiores.  La segunda giró en torno al espacio vital que el pueblo alemán necesitaba para su bienestar, desarrollo y la satisfacción de sus necesidades.  En su búsqueda de responsables de la ruina política, militar y moral alemana, los nazis acusaron a los judíos.  Recogieron la tradición antisemita, que en occidente se remontaba a muchos siglos atrás, tratando de demostrar que existía una conspiración judía mundial para dominar la civilización.  Los nazis llevaron esta oposición a su más extrema violencia durante su gobierno, abriendo campos de concentración desde 1933 y elaborando la estrategia de la solución final que aseguraría el exterminio masivo de los judíos y de las razas inferiores que obstaculizaban el progreso de la raza superior de los arios.  Los científicos, artistas e intelectuales más prestigiosos de Alemania abandonaron el país desde el ascenso del dictador, y lo continuaron haciendo hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.

STALIN Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

El año 1933 arranca en la Unión Soviética con el segundo plan quinquenal, que duraría hasta 1937.  Termina este periodo con el tercer plan que fue interrumpido por la invasión alemana y la entrada de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.  Resultado de esos planes fue la rápida industrialización soviética, pero con un costo social y político muy elevado.  La posición dominante del Partido Comunista y la del Secretario del Partido en su interior dieron a la URSS un gobierno autoritario y férreo, comprometido por sacar al país del desorden y del atraso, y garantizar su supervivencia –la de la revolución- frente a los países industrializados capitalistas.  En consecuencia, la prioridad gubernamental fue la industrialización acelerada del país, con base en el desarrollo de la producción metalúrgica, la construcción de maquinaria y la producción de energía.  Sobre el final del I Plan Quinquenal se habían instalado nuevas empresas y se habían desarrollado las industrial petrolera, de tractores, maquinaria agrícola y medios de transporte como los automóviles, que recibían el estímulo de la colectivización agrícola.  Sin embargo, la URSS se enfrentó pronto con el problema de la capacitación de la mano de obra necesaria para conservar el impulso industrializador, de la organización misma de los procesos productivos con la baja calidad de los productos y los altos costos que la nueva realidad industrial imponía a una sociedad trasladada del campo.

Aparecieron nuevas concentraciones industriales en el norte y el este del país, centrales hidroeléctricas y grandes vías de comunicación.  El Estado desplazó progresivamente las inversiones hacia el oriente.  En su conjunto, el proceso de industrialización de la URSS bajo Stalin se hizo con recursos nacionales: el aislamiento de la revolución, particularmente después de la crisis económica del capitalismo, obligó al Estado soviético a buscar entre los trabajadores los aportes y los sacrificios necesarios para colocar a la URSS en el primer lugar de la producción industrial en Europa, y en el segundo en el mundo después de los Estados Unidos.  El énfasis en la industria pesada y, con el rearme europeo, en la industria de armamentos, descuidó las necesidades del consumo de la población y el desarrollo de la industria liviana.  Las desproporciones fueron inmensas.  Las dificultades productivas se agravaron por el hostil e inestable clima político interno.  Las luchas por el poder, las detenciones y los ajusticiamientos de viejos  y nuevos revolucionarios, y el control absoluto que adquirió Stalin del Partido y del Estado, introdujeron en las relaciones laborales y en las tareas de dirección y de control del trabajo agrícola e industrial, indecisiones y desorganización.  El temor al fracaso o al error, y a ser acusados de contrarrevolucionarios, dilataba y dificultaba las gestiones en el proceso productivo.  En suma, la Unión Soviética consiguió un desarrollo industrial inusitado en un periodo de diez años, por medio de la explotación intensiva de sus recursos naturales y humanos, y por un proceso autoritario y violento que transformó la sociedad soviética,  creando nuevas clases sociales y nuevas estructuras políticas y económicas.

LOS ESTADOS UNIDOS: ROOSEVELT Y EL NEW DEAL

Entre 1933 y 1939, el gobierno estadounidense presidido por Franklin Delano Roosevelt luchó por sacar de la crisis social y económica a su país y por neutralizar el creciente malestar político que algunos temían pudiera conducir a los fenómenos autoritarios y violentos que vivía Europa.  Su propuesta de recuperación se denominó New Deal, que se ha traducido por Nuevo Trato.  Creó muchas expectativas entre la población trabajadora y desempleada, y muchos temores y desconfianza entre los empresarios y banqueros, quienes se resistieron a ver como el Estado y el Presidente intervenían en sus negocios y en la libertad que había caracterizado a este país.  Se distinguieron dos etapas en el New Deal: una primera se extiende entre  1933 y 1935, y se conoce en la historia de los Estados Unidos como el periodo de los Cien Días.  En ella, el gobierno devaluó la moneda, elevó los precios agrícolas e industriales y al mismo tiempo los salarios de los trabajadores e impulsó un programa de obras públicas que diera empleo a las víctimas del paro.  En general, las acciones del gobierno contribuyeron a mejorar levemente la situación, pero no pudieron eliminar el inmenso desempleo que golpeaba a la población laboral, a pesar de reducir las horas semanales de trabajo, con el fin de incorporar a más personas.  Las respuestas al programa fueron opuestas y generaron protestas tanto del Congreso como de los empresarios que sintieron sus intereses lesionados cuando el presidente les obligaba a fijas un precio “justo” a sus productos y trataba de regular el comercio y la vida de las empresas.  La segunda etapa del New Deal tuvo énfasis social.  El gobierno impulsó una serie de medidas para construir un Estado comprometido con la seguridad social de sus nacionales: seguro de vejez, seguro contra el paro, fortalecimiento del derecho sindical, fijación del monto de los salarios mínimos por hora y por dedicación a la semana.  Esta segunda etapa sufrió las presiones de la evolución en las relaciones internacionales: el rearme alemán, la expansión japonesa y la crisis política y social de Europa. 

En líneas generales se pueden destacar dos fenómenos en la historia de los Estados Unidos en esta década de los treinta: uno primero remite al agrio debate entre los defensores del Estado que patrocinaba el capitalismo liberal y tradicional, y quienes defendían un capitalismo con responsabilidades sociales que garantizaran la seguridad.  El segundo, que se tradujo en la sustitución progresiva del gobierno de los Estados y de los municipios, frente a los ciudadanos, por la acción, administración y gestión del Gobierno Federal y del Presidente, que incluso desplazaron las labores del Congreso.  Aun así, los Estados Unidos no superaron la crisis ni lograron reducir el desempleo.  Las respuestas y las soluciones se contrarían en su participación en la Segunda Guerra Mundial.

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL FRACASO DEL SISTEMA INTERNACIONAL

El estallido de la guerra fue precedido por acciones bélicas y ofensivas diplomáticas, que advertían sobre el colapso que Europa tendría que sufrir.  Desde los años veinte, incluso, el fascismo italiano había demostrado en diferentes actos hostiles y reclamaciones la inconformidad del pueblo italiano frente a los resultados de la Gran Guerra.  Italia se vio enfrentada a la Sociedad de las Naciones por sus agresiones a Yugoslavia y a Grecia, y por sus aspiraciones imperialistas de dominar en el mar Mediterráneo.  Durante los años treinta, la crisis del sistema internacional se vio agudizada por las reclamaciones nazis a los acuerdos de Versalles de 1919.  Dichas críticas fueron acompañadas delos nuevos planteamientos geopolíticos del imperialismo nazi: el espacio vital del pueblo alemán.  A partir de 1936, Alemania inicia su expansión territorial: invasión de Renania, anexión de Austria y ocupación de Checoslovaquia en 1938 y de Memel en marzo de 1939.  El 1º de septiembre de 1939 principia su ofensiva contra Polonia.  Italia, simultáneamente, había iniciado su actividad imperialista en África, al invadir Etiopía en octubre de 1935, en su afán de construir la colonia de África Oriental Italiana, ampliando sus posesiones desde Somalia en abril de 1939 invade Albania.

La Sociedad de las Naciones, por su parte, había visto disminuida su eficacia y reconocimiento internacional desde su misma instauración.  Los Estados Unidos, cuyo presidente había intervenido activamente en la fundación de una organización internacional que garantizara la paz y el orden mundiales, nunca formó parte de ella.  Por su parte, la Unión Soviética se vinculó en 1934, pero sería excluida de ella en 1939 debido a los sucesos de Polonia.  Alemania abandonó la organización en 1933 e Italia lo hizo en 1937.  Japón, el factor bélico y expansionista en Asia y el Pacífico, nunca fue miembro de la Sociedad de las Naciones. 

El desarrollo de la política europea fue ambiguo y causó el descrédito final de la organización.  La actitud anticomunista de Gran Bretaña y Francia fue decisiva para ello, así como la opción británica del apaciguamiento como política exterior, con el fin de evitar otra guerra.  La Alemania nazi consiguió expandirse gracias al interés occidental de enfrentarla contra la Unión Soviética, y le entregaron pueblos y tierras a cambio de satisfacer las reclamaciones alemanas.  En el momento de imponer sanciones a Italia por su guerra contra Etiopía, que era miembro de la Sociedad de las Naciones, debilitaron las medidas impulsadas por la organización.  En suma, los intereses nacionalistas primaron sobre los principios de la comunidad internacional.  El descrédito de la organización y el fracaso del sistema fundado en 1919 se evidenciaron el 1º de septiembre de 1939, cuando Europa se vio envuelta en una nueva guerra: la Segunda Guerra Mundial.  Esta guerra tuvo dos etapas: la primera giró en torno al escenario europeo entre 1939 y 1941; la segunda lo hizo en torno a Europa y Asia Oriental (El Pacífico), cuando Japón atacó las posesiones coloniales europeas y las bases estadounidenses en la región.  La guerra fue resultado de varios factores: las respuestas nacionalistas a la crisis económica mundial, que defendían modelos proteccionistas y el orden vigente, y que se enfrentaron a las nuevas fuerzas que cuestionaban dicho orden, luchando por acceder a las materias primas que necesitaban sus industrias y a los mercados monopolizados por los imperios coloniales y por las nuevas formas de asociación regional como el Panamericanismo y la Comunidad Británica de Naciones.

Bibliografía:

MEJIA PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9 (Educación Básica Secundaria), Grupo Editorial Norma Educativa S.A., Bogotá-Colombia,  1991, páginas: 118 a 125.


Actividades:

1.    Con base en la información del texto realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿Cuáles fueron las principales respuestas dadas en el mundo a la crisis económica de 1929?
2.    ¿Por qué fracasó la acción de la Sociedad de las Naciones?
3.   Las respuestas al interrogante 2 enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 14 de Junio/2013.

sábado, 9 de marzo de 2013

Nueva Sociedad Planetaria


NUEVA SOCIEDAD PLANETARIA

LA INTERNACIONALIZACIÓN

El desarrollo del capitalismo y la acción mundial del imperialismo consolidaron entre 1919 y 1945 un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad: la internacionalización de los conflictos y de los procesos de cualquier lugar del planeta, en especial aquellos que afectaban la vida y la estabilidad de las sociedades capitalistas industrializadas.  Durante este periodo se puede apreciar la afirmación del mundo alrededor del capitalismo estadounidense y europeo occidental.  Nos referimos a una sociedad planetaria capitalista, sin importar el grado de desarrollo del capitalismo en los continentes que constituyeron la periferia de Europa y los Estados Unidos.  El nuevo fenómeno de internacionalización quedó demostrado con los efectos de la Gran Guerra sobre América Latina, África y Asia, las repercusiones de la crisis económica de la postguerra y luego por las consecuencias de la Gran Depresión de 1929-1933.  De igual forma se constató ante los grandes problemas internacionales que originó la repercusión económica europea y posteriormente, con la Segunda Guerra Mundial.  Aquellos procesos que postulaban alternativas políticas contrarias y enfrentadas al capitalismo también se internacionalizaron en pos de la Gran Revolución Comunista Mundial.  Podemos aseverar que la afirmación de una sociedad planetaria se dio al mismo tiempo que la globalización de sus conflictos y logros, y que, desde entonces, cualquier esfuerzo por alterar y cuestionar la relación de un territorio o país con el sistema capitalista significara cuestionar y enfrentar el sistema mismo percibiéndose, en consecuencia, una amenaza a la paz mundial.

Si bien la Gran Guerra significó esta amenaza desde potencias capitalistas rivales entre sí, desde 1917 y desde 1933 las amenazas al sistema vendrían desde las revoluciones comunista y nazi, junto con la explosión nacionalista en América Latina, África y Asia.  A la globalización se sumó la cuestión del equilibrio internacional entre las nuevas fuerzas políticas y económicas y la defensa del sistema capitalista en su conjunto.  Esta política nos ayuda a comprender las contradicciones sufridas por las potencias europeas y los Estados Unidos cuando trataron de enfrentar a la Unión Soviética, la Alemania nazi y el Japón.  Un rasgo muy importante de la internacionalización y de la globalización fue la fundación del primer organismo mundial que aspiraba, con base en el reconocimiento y la defensa del derecho internacional, a reunir a las naciones libres e independientes en torno a los intereses vitales de la humanidad: la paz, la condena de la guerra como medio de solución de los problemas entre los Estados, y el bienestar de los habitantes del planeta.  Esta organización se llamó Sociedad de las Naciones.  Aunque fracasó, fue un importante esfuerzo por pacificar las relaciones internacionales.

LAS NUEVAS FUERZAS MUNDIALES

Durante el periodo llamado entre-guerras, se afirmaron muchos movimientos sociales que habían surgido a fines del siglo XIX y antes de la Gran Guerra, como el movimiento obrero y el desarrollo de los sindicatos, los movimientos campesinos, los movimientos de las mujeres que luchaban por los derechos civiles de la mujer y su reconocimiento como sujeto vital para el desarrollo y la transformación de la sociedad, las organizaciones internacionales que luchaban por el reconocimiento de los Derechos del Hombre, las asociaciones antiesclavistas y los movimientos anticolonialistas, las nuevas organizaciones y movimientos fascistas y racistas, así como movimientos y organizaciones que trascendían las clases, las religiosidades y las etnias y que pretendían congregar las distintas fuerzas de inconformidad, como el pan-africanismo y el pan-asiatismo.  El rasgo más distintivo del periodo fue el ascenso de los nacionalismos.  Todos los continentes buscaron en esta fuerza movilizadora y aglutinante del nacionalismo la solución a los desafíos económicos y políticos que enfrentaron las sociedades capitalistas, las coloniales, las semi-coloniales y la nueva sociedad en la Rusia comunista de los soviets.  Este nuevo mundo, que aspiraba a instaurar un orden equilibrado que garantizara la paz, al mismo tiempo que internacionalizaba los fenómenos capitalistas y revolucionarios, se dividía a partir de los nacionalismos.

EL PROBLEMA DEL PROGRESO

Durante décadas, Europa descansó sobre una profunda convicción: se había convertido en la expresión máxima de la civilización y del progreso humano.  Sus formas de producción, de organización de la sociedad y de gobierno, se consideraban las más afortunadas e indicadas para todos aquellos pueblos –del resto del mundo- que desearan conquistar la plenitud de los derechos del hombre y que quisieran entrar en la senda de la civilización.  Estas ideas fueron primordiales para la expansión imperialista.  Los principios europeos se constituyeron en muchos lugares fuera de Europa en modelos y herramientas para construir sus propias sociedades y formas de gobierno, revolucionando culturas y apreciaciones colectivas.  El hombre europeo había alcanzado esa realización sobre esas dificultades que para los no-europeos acarreaba conquistar idénticos propósitos. 

La Gran Guerra destruyó la confianza que Europa tenía de si misma. Aquél proceso de violencia inaudita, marcado por el desprecio de la humanidad mostrado en el desarrollo de los combates, generó una sociedad temerosa, desconfiada y pesimista respecto a su futuro.  Las crisis económicas que siguieron profundizaron los estados de frustración colectivos y crearon nuevas situaciones en las ciudades y los campos del mundo, como serian los desempleados, el hambre y el desespero social.  En estas condiciones sociales y mentales buscaron los movimientos radicales y violentos sus apoyos y sus defensores: las revoluciones y las explosiones nacionalistas, que excluían a los extranjeros de su futuro en la humanidad, fueron construyendo un “nuevo mundo” intolerante y agresivo.

Los proyectos históricos del periodo entre-guerras fueron excluyentes: partidos y teorías ofrecían el bienestar futuro a costa de la miseria o la eliminación de sus oponentes.  Una nueva categoría de  enemigo apareció en todo el mundo.  Los pueblos se lanzaron a los genocidios racistas, como ocurrió con la persecución de la comunidad judía en Europa, a la profundización del racismo en Estados Unidos y en las colonias europeas en África  y Asia, o se empeñaron en la persecución política de los disidentes y rivales, como sucedió con los comunistas, los sindicalistas y los socialistas.  La última expresión de intolerancia y exclusión fue la Segunda Guerra Mundial, que se tradujo en el derrumbe del progreso y la civilización que la provocó.   

Bibliografía:

MEJIA PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9 (Educación Básica Secundaria), Grupo Editorial Norma Educativa S.A., Bogotá-Colombia, 1991, páginas: 70 a 73.


Actividades:

1.    Con base en la información del texto realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿Cuál es el problema que se plantea a la humanidad respecto al progreso?
2.    ¿Cuáles son las características más importantes de la internacionalización?
3.   Las respuestas al interrogante 2 enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 22 de Marzo/2013.

martes, 4 de diciembre de 2012

Problemas de Nuestro Planeta


LA SOBREVIVENCIA DEL PLANETA

Todo lo que somos, de una u otra manera, viene del planeta, desde la médula de los huesos, hasta la piel y más allá; incluso lo que sentimos y pensamos, lo hacemos con el planeta como punto de partida.  Además de ello, si no existiera la posibilidad de la vida sobre el planeta, como seres humanos, parece que no podríamos vivir en otra parte.  Junto con la vida orgánica del planeta hemos emergido como especie, y durante milenios hemos cohabitado con las otras formas de vida, perteneciendo a un organismo completo y vivo que es la Tierra, de la cual apenas somos una de sus manifestaciones de vitalidad.  Desde milenios, y quizá durante millones de años, nos hemos bastado con el planeta para vivir: nuestro alimento, nuestras viviendas han sido originados en el planeta; hasta enamorarnos ha sido posible en cuanto existimos aquí, y aquí compartimos amorosamente con alguien la maravillosa experiencia de estar vivos.  A pesar de parecer todos estos conceptos tan fáciles de entender, el salvar a la Tierra de la muerte orgánica no será tarea fácil.  Habrá que despejar de su camino todo aquello que le impida seguir su transcurrir por el espacio, llena vida, como lo ha venido haciendo desde hace millones de años.

Hay que quitar del camino de los tiempos aquello que ha roto la capa de ozono (la capa de la atmósfera que nos protege de rayos mortales del sol), también hay que limpiar lo que ha venido convirtiendo a la selva en desierto, lo que envenena el aire, lo que está matando miles de ríos, lo que está haciendo desparecer una especie de planta o animal cada doce minutos, lo que ha hecho esterilizar grandes cantidades de tierra, lo que hace que haya radiación atómica sin control, quemando y produciendo deformaciones en los seres vivos.  Necesitamos mucha sabiduría para encontrar soluciones, mucha pasión para no desfallecer, mucho valor para no acobardarnos ante los poderosos que nos quieran impedir nuestra labor, es decir, necesitamos mucha vida para salvar a la vida. 

Cuando la revolución industrial fue llenando de humeantes chimeneas, nadie pensaba que esto constituyera algún problema para el medio ambiente, se consideraba que el aire era prácticamente infinito para recibir cualquier descarga de gases tóxicos sin que ello afectara a nadie.  Sin embargo, los árboles que transformaban el gas carbónico en oxígeno, fueron talados para dar paso a amplias avenidas o a grandes cubos de concreto para vivienda, o simplemente más fabricas.  Con el crecimiento de las ciudades, la tecnología y la industria, la atmósfera fue recibiendo miles de toneladas de materiales tóxicos a los que la Tierra no estaba “diseñada” para asimilar, el resultado de tal situación: El humo no dejaba salir con la libertad normal a los rayos solares que debían “rebotar” sobre la superficie del planeta, consecuencia: el aumento de temperatura de todo el planeta.  Las lluvias, acostumbradas a componerse de agua que se purificaba en las alturas, empezaron a contaminarse antes de caer en las grandes ciudades; el ciclo del agua ya no podía ser tan vitalizante como siempre, de pronto los humanos empezaron a notar mayor frecuencia en la caída del cabello, enfermedades en la piel y afecciones respiratorias. 

Al igual que con el aire los desechos que iban a parar a las aguas, no originaban la preocupación de nadie: los ríos, ricos en vegetales y el gigantesco mar, eran tan capaces de limpiar y limpiar … sin embargo, la mayoría de ríos que no se secaron por la deforestación, fueron recibiendo materiales no degradables, sustancias químicas –como los detergentes- que acababan con fauna y flora acuáticos, desechos industriales con novedosos componentes, que no sólo ha enfermado a los bellos pececitos de los ríos y mares, sino también ha producido en los humanos enfermedades digestivas, ha contaminado los cultivos, y en los países pobres, la mortal diarrea ha cortado el camino de miles de niños.

La tierra no podía ser excepción.  Un sistema productivo que requiere de un desaforado consumo, ingenia con su gran ciencia, tecnologías para sobrexplotar la tierra: abonos químicos, y pesticidas alcanzan a llegar en cierto porcentaje a las bocas de los humanos en su acostumbrado ejercicio de alimentarse.  Como si fuera poco, la tala indiscriminada de bosques, ha variado la relación de especies, que sin su hábitat, pasan a existir a otros tiempos invisibles para la época que los desterró.  Además, cuando los hombres con su sabia ciencia han querido dirimir contradicciones haciendo uso de la violencia, ha dejado enormes extensiones de tierra quemada por ácidos de difícil descomposición.  También el hambre, traída por los cada vez más graves problemas socioeconómicos, ha empujado a muchos humanos a arrojarse a la explotación irracional de delicadísimos ecosistemas –como la selva- haciéndose en pocos años, unos “eficientes fabricantes de desiertos”; desiertos que rápidamente carcomen los suelos en los países tropicales.

Si allí parara la situación, habría suficiente motivo para preocuparse.  Sin embargo, hay problemas que amenazan con agravar aun más la situación: la producción moderna, fundamentalmente incompleta (por cuanto genera desperdicios “que no caben en ninguna parte”) ha creado toneladas y toneladas de basura no reciclables, que hoy constituye un motivo de preocupación para todos.  Como los países industrializados no saben que hacer con sus basuras para no afectar seriamente a la salud de sus pueblos, la están “exportando” a los países pobres a cambio de “algunos dólares”; ello es más grave cuando los residuos son nucleares, y algunos tardan más de diez mil años en dejar de ser peligrosos.

En junio de 1992, se hace en Río de Janeiro (Brasil) la primera cumbre mundial para tratar el problema ecológico, asistiendo a ella más de cien presidentes del mundo; sin embargo, a pesar de ser la ONU la convocante al evento, se presentaron contradicciones serias entre países “pobres” (ricos en recursos naturales) y países ricos (pobres en riqueza biológica) ya que el factor económico fue el que determinó los acuerdos.  El presidente de Estados Unidos, George Bush dijo no estar dispuesto a apoyar nada referente a lo ecológico que fuera contra los intereses económicos de su país (Estados Unidos es el país más contaminante de la atmósfera).  Es de notar, que la cumbre de Rio hubiese sido más productiva tratando a profundidad las causas del desequilibrio.  El “apoyo” económico para que se desarrollen “los países pobres”, es una solución relativa: en esos países, el desarrollo fácilmente se traduce en industrialización masiva –de industrias extranjeras- y el consecuente agravamiento del problema.  Sólo se llegarán a encontrar verdaderas alternativas para la subsistencia, cuando sea entendido que la Tierra no es una “despensa” (además agotable) de la que se puedan desgarrar sus entrañas desmedidamente, sino el origen de todos los que estamos vivos.  Cuando la producción deje de basarse en el afán consumista que produce una ceguera por el dinero, sordera por la riqueza, y nos lleve a la especie a un suicidio por el “confort”.  Las soluciones aparecerán cuando la ciencia y la tecnología sean competentes para producir “bienes de consumo” sin dejar a su paso desperdicios mortales.  Por último, será cuando el conocimiento sobre el átomo y sus poderes no sean utilizados con fines impositivos de dominación; ni siquiera que exista una industria dedicada a tales fines, sino están en capacidad de volver inocuo aquello sobrante de su “brillante” manera de manejar la energía.

Bibliografía:

EDITORIAL VOLUNTAD S.A., Ciencias Sociales Integradas 9, 2ª edición, Bogotá,  páginas: 270-274; 1993.

Actividades:

Con base en la información del texto, responder:

1.    ¿Qué consecuencias puede traer el recalentamiento de la Tierra?
2.    ¿Habrá manera de producir alimentos sin sobrexplotar la tierra?  ¿Por qué?
3.    ¿Cómo podrían los países pobres, hacerle frente a la amenaza del desastre ecológico, ante el relativo compromiso de los países altamente industrializados?

lunes, 5 de noviembre de 2012

Amenaza Nuclear


LA AMENAZA NUCLEAR

Los adelantos científicos han contribuido al mejoramiento de la condición de vida de la humanidad. Entre ellos encontramos los satélites, los descubrimientos médicos, y las máquinas que facilitan el trabajo al ser humano.  El uso que se haga de los adelantos tecnológicos puede beneficiarnos o afectarnos en forma negativa.  Durante el siglo XX el mundo sintió el horror de dos guerras mundiales y una desenfrenada carrera armamentista.  A propósito del peligro de una catástrofe nuclear, el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez pronunció el siguiente discurso en la Conferencia de Ixtapa –México- en el año de 1986.  Antes de leerlo conviene saber que Damocles (IV a.C.) fue un cortesano de Dionisio de Siracusa.  Se cuenta que el tirano lo obsequió con un suntuoso banquete durante el cual Damocles al alzar los ojos vio sobre su cabeza una pesada espada pendiente de una crin de caballo.  De ahí la expresión “La espada de Damocles” para aludir a un peligro inminente.

EL CATACLISMO DE DAMOCLES

Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo.  Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo.  Las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara, la vasta amazonia desaparecerá de la faz del planeta destruida por el granizo, y la era del rock y de los corazones trasplantados estará de regreso a su infancia glacial.  Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos.  La creación habrá terminado.  En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.

Señores Presidentes
Señores Primeros Ministros
Amigas, amigos:

Esto no es mal plagio del delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la visión anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo instante: la explosión –dirigida o accidental- de sólo una parte mínima del arsenal nuclear que duerme con un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las grandes potencias.  Así es.  Hoy, seis de agosto de 1986, existen en el mudo más de cincuenta mil ojivas nucleares emplazadas.  En términos caseros, esto quiere decir que cada ser humano, sin excluir a los niños, está sentado en un barril con unas cuatro toneladas de dinamita, cuya explosión total puede eliminar  doce veces todo rastro de vida en la Tierra.  La potencia de aniquilación de esta amenaza colosal, que pende sobre nuestras cabezas como como un cataclismo de Damocles, plantea la posibilidad teórica de inutilizar cuatro planetas más de los que giran alrededor del Sol, y de influir en el equilibrio del sistema solar.  Ninguna ciencia, ningún arte, ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la industria nuclear desde su origen,  hace cuarenta y un años, ni ninguna otra creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación sobre el destino del mundo.

El único consuelo de estas simplificaciones terroríficas si de algo nos sirven, es comprobar que la preservación de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la peste nuclear.  Pues con el sólo hecho de existir, el tremendo apocalipsis cautivo en los silos de la muerte de los países más ricos está malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.  En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una verdad de aritmética primaria.  Unicef calculó en 1981, un programa para resolver los problemas esenciales de los quinientos millones de niños más pobres del mundo.  Comprendía la asistencia sanitaria de base, la educación elemental, la mejora de las condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación.  Todo esto parecía un sueño imposible de cien mil millones de  dólares.  Sin embargo, ese es el costo de apenas cien bombarderos estratégicos B-1B, de menos de siete cohetes Crucero, en cuya producción ha de invertir el gobierno de los Estados Unidos veintiún mil doscientos millones de dólares.

En salud, por ejemplo: el año pasado había en el mundo, según los cálculos de la FAO, unos quinientos setenta y cinco millones de personas con hambre.  Su promedio calórico indispensable habría constado menos de ciento cuarenta y nueve cohetes MX, de los doscientos veintitrés  que serán emplazados en Europa Occidental.  Con veintisiete de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que los países pobres adquieran la suficiencia alimentaria en los próximos cuatro años.  Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la novena parte del presupuesto militar soviético de 1982.  En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos Tridente, de los veinticinco que planea fabricar el gobierno de los Estados Unidos, o con una cantidad de los submarinos Tifón que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial.  Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta en el Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la  educación en los diez años por venir, podrían pagarse con el costo de doscientos cuarenta y cinco cohetes Tridente II, y aún quedarían sobrando cuatrocientos diecinueve cohetes para el mismo incremento de la educación en los quince años siguientes.  Puede decirse, por último, que la cancelación de la deuda externa de todo el tercer Mundo, y su recuperación económica durante diez años, costará poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo.  Con todo, frente a este despilfarro económico descomunal, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano: la industria de la guerra mantiene en cautiverio el más grande contingente de sabios jamás reunidos para empresa alguna en la historia de la humanidad.  Gente nuestra, cuyo sitio natural no es allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es indispensable para que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la justicia, lo único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.  A pesar de estas certidumbres dramáticas, la carrera las armas no se concede un instante de tregua.  Ahora, mientras almorzamos, se construyó una nueva ojiva nuclear.  Mañana cuando despertemos, habrá nueve más en los guardarneses de muerte del hemisferio de los ricos.  Con lo que costará una de ellas alcanzaría aunque sólo fuera por un domingo de otoño para perfumar de sándalo las cataratas del Niágara.

 Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó alguna vez si la Tierra no será el infierno de otros planetas.  Tal vez sea mucho menos: una idea sin memoria, dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio de la gran patria universal.  Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonada: la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia.  Y no sólo de la inteligencia humana, sino de la inteligencia misma de la naturaleza, cuya finalidad escapa inclusive a la clarividencia de la poesía.  Desde la aparición de la vida en la Tierra debieron transcurrir trescientos ochenta millones de años para que una mariposa aprendiera a volar, otros ciento ochenta millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos a diferencia del bisabuelo Pitecántropo fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y morirse de amor.  No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso multimilenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón.

Para tratar de impedir que esto ocurra estamos aquí, sumando nuestras voces a los innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia.  Pero aún si ocurre –y más aún si ocurre-, no será del todo inútil que estemos aquí.  Dentro de los millones de milenios de años después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a correr la escala completa de las especies, será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación.  De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las artes y letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros depende que todos los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy.  Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico.  Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad.  Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que ésta fuera la mejor de las vidas posibles y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del universo.
Gabriel García Márquez
Bibliografía:

EDITORIAL VOLUNTAD S.A., Ciencias Sociales Integradas 9, 2ª edición, Bogotá,  páginas: 260-262; 1993.

Actividades:

1.    Con base en la información del texto, realice un comentario sobre lo siguiente: García Márquez pide la liberación de los sabios, para que ciencia se ponga al servicio de la humanidad.  Elabora un texto de diez renglones, en el que reflejes el papel que debe tener la actividad científica.
2.   Escoge una de las frases que más te haya llamado la atención del “Cataclismo de Damocles”.  Justifica tu elección. 
3.   La respuesta al interrogante 2º, enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 23 de Noviembre/2012.