LA VIOLENCIA
El
concepto de violencia hace referencia a actos de fuerza contrarios al derecho o
a la ley. Estos actos pueden ir desde el
abuso de poder a la coacción o al uso de las armas. En la historia de Colombia se han presentado
muchos de estos casos, pues es frecuente el recurso a la violencia en las
relaciones entre las personas, y entre los ciudadanos y los gobiernos. Desafortunadamente, el recurso a los hechos
de fuerza es un aspecto recurrente en la historia de la humanidad, la que no ha
podido desarrollar un sistema que erradique las desigualdades, las ansias de
poder y las ambiciones individuales o colectivas. Sin embargo, cuando el concepto “violencia”
se aplica a un periodo específico de nuestra historia, el que corre de mediados
de los años cuarenta y comienzos del Frente Nacional, su significado adquiere
un sentido diferente. “La Violencia”
abarca el conjunto de fenómenos relativos a la crisis del bipartidismo y a su
enfrentamiento armado durante los años centrales del presente siglo.
Este
fenómeno histórico, de profundas repercusiones para nuestro presente, comprende
en su desarrollo los siguientes periodos: primero, de 1930 a 1947, los años de
conformación del problema ante las disputas y persecuciones entre liberales y
conservadores por el control de los puestos públicos, además de los desacuerdos
de los grupos de interés ocasionados por el establecimiento del orden burgués. Segundo, de 1948 a 1953, la primera etapa de “la
violencia”, caracterizada por el enfrentamiento armado entre campesinos
liberales y conservadores, la conformación de las guerrillas liberales y el
empleo de la policía como arma del conservatismo. Tercero, la segunda etapa de “La Violencia”,
de 1953 a 1957, bajo el régimen de Gustavo Rojas Pinilla, quien, luego de
decretar e incumplir una amnistía, obligó a los campesinos liberales a regresar
a las armas y a reunirse en grupos de autodefensa ante la presencia del
ejército en los campos. Finalmente, un
cuarto periodo, de 1957 hasta mediados de los años sesenta, significó la
transformación de la guerrilla liberal en revolucionaria, bajo la influencia de
la revolución cubana y de la ideología marxista leninista o maoísta.
ANTECEDENTES
El
cambio de un régimen liberal a uno conservador en 1930, luego de cuatro décadas
de hegemonía, creó en el país un fenómeno hasta la fecha desconocido: los
enfrentamientos partidistas por intereses burocráticos. Al comenzar los años treinta, la solidez de
los partidos tradicionales en términos electorales estaba relacionada con el
crecimiento de la administración del Estado.
El dominio de los puestos públicos aseguraba la reproducción social del
partido, el control sobre la implantación sobre medidas de gobierno y el manejo
de las ciudades, pueblos y veredas en las elecciones. Ya en 1930 los periódicos comenzaron a editar
noticias sobre asesinatos y enfrentamientos entre liberales y conservadores. En muchas poblaciones, por ejemplo, el nuevo
alcalde era un liberal mientras que el Concejo estaba en manos de los
conservadores. El temor por la pérdida
de los puestos, de una parte, y la transformación del poder local en beneficio
del liberalismo, de otra, empezaron a causar muertes violentas y escándalos políticos. Esta situación se prologó sin solución de
continuidad hasta 1946, cuando se revirtió el proceso: los conservadores
asumieron el poder y comenzaron a desbancar a los liberales. El efecto fue el mismo, con los agravantes de
16 años acumulados de disputas en los pueblos, el relativo fracaso de las
reformas de López y la división de los sectores dirigentes, que aprovecharon
las circunstancias para incrementar conscientemente los enfrentamientos.
CAUSAS
La
situación estructural de atraso en los campos fue una de las causas principales
de “La Violencia”. A las disputas entre
campesinos liberales y conservadores se sumó el enfrentamiento con los
propietarios de tierras. El fracaso de
las políticas reformistas de los años treinta y el triunfo de la contrarreforma
agraria (ley 100 de 1944), aunados a la penetración del comunismo y del
gaitanismo en las regiones más afectadas por la expansión de la hacienda y la
permanencia de las malas condiciones de trabajo, aceleró y radicalizó la
explosión de los hechos de violencia a partir de 1948. Los desacuerdos entre sectores dirigentes del
país, manifestados en las disputas entre las cúpulas de ambos partidos y en las
múltiples divisiones que se presentaron en su interior, fueron también causas
de la explosión de “La Violencia”. Los altos
sectores se mostraron incapaces de adecuar las instituciones a las nuevas
realidades, de controlar las tensiones generadas por el desarrollo del
capitalismo y el establecimiento de la sociedad burguesa, y de generar
liderazgos capaces de canalizar las fuerzas sociales por caminos
democráticos. La lucha mezquina de
intereses y el renacimiento de las ortodoxias ideológicas, en la base de la
división del bipartidismo, produjeron un vacío total de poder que fracturó las
instituciones y no encontró otro camino que el golpe de estado y el ejercicio
de las armas.
El
único liderazgo fue el de Gaitán. Es imposible
afirmar que él hubiera podido canalizar los conflictos y darle solución. Su asesinato, el 9 de abril de 1948, aceleró
el proceso de descomposición política. Sin
duda Gaitán era “el jefe”: sus seguidores provenían de ambos partidos y se
contaban por cientos de miles; había logrado masificar la política y crear
lealtades personales, no burocráticas. El
rompió los marcos tradicionales de la práctica política en parte con la ayuda
del lopismo y en parte con la incorporación de amplios sectores de trabajadores
a la política gracias al sindicalismo y a las organizaciones obreras, pero
Gaitán anuló tanto a unos como a otros e impulsó aún más el quebrantamiento de
las formas de control social del bipartidismo.
Su muerte violenta, entonces, no podía generar más que violencia. En eso también erraron sus asesinos, fuesen
cuales fueran los causantes. La represión
como arma de gobierno alcanzó su máxima expresión luego de 1948 y lo mismo
ocurrió con la hegemonía de partido. Los
odios se convirtieron en “iras santas”; el objetivo era exterminar al enemigo,
que para los conservadores eran los liberales, acusados de marxistas y pro
soviéticos, y para los liberales eran los conservadores, señalados como
fascistas.
FORMAS DE LA
VIOLENCIA
El
historiador Gonzalo Sánchez ha señalado que, con el ascenso de Laureano Gómez
al poder, “la Violencia” llegó a su momento “de máxima intensidad, revistió nuevas
formas y golpeó nuevas regiones. En su carácter
multidimensional se pueden diferenciar por lo menos tres procesos globales: el
terror, la resistencia y el resquebrajamiento del orden social”. El terror de estos años de enfrentamientos es
indescriptible. Las consignas fueron de “tierra
arrasada” y de asesinato con sevicia. Los
campesinos de uno y otro bando, además de las fuerzas al servicio del partido
en el gobierno, llegaron a extremos insospechados: la tortura, el asesinato de
niños y mujeres embarazadas, la masacre de familias enteras, las mutilaciones,
acompañados de la destrucción de sementeras, el robo de ganado, la destrucción
de casas y el incendio de propiedades o de mejoras introducidas en ellas. Pueblos enteros se enfrentaron a sus
vecinos. El país se dividió en zonas
donde un oponente político no podía entrar a riesgo de no salir con vida; el
uso de salvoconductos se generalizó y dificultó el libre tránsito de las
personas; la venganza se enseñoreó en los hombres y los niños crecieron bajo su
dictamen implacable. Las zonas afectadas
por esta ola de terror fueron principalmente, los campos de Cundinamarca,
Boyacá, Santander, Tolima, norte del Valle y el Gran Caldas. En cada una de estas regiones, “la Violencia”
adquirió un tinte particular, con personajes y jefes de grupos reconocibles por
las formas de ejecución de sus enemigos, crueles sin excepción.
En
forma paralela estos enfrentamientos grupales o individuales, en algunas zonas
del país se desarrolló otro tipo de oposición al conservatismo: la guerrilla
liberal. Los enfrentamientos contra la
guerrilla convirtieron “la Violencia” en una guerra, pues el ejército y la
policía enfrentaron grupos organizados militarmente. Las guerrillas se desarrollaron en zonas de
colonización como Sumapaz y el sur del Tolima, en regiones de frontera abierta
o de colonización apenas incipiente como los Llanos Orientales, el Magdalena
Medio, el Alto Sinú y el Alto San Jorge, y en regiones sin mayor control del
gobierno y con preponderancia liberal, como el suroeste antioqueño. Dentro de la resistencia guerrillera
adquirieron renombre líderes como Guadalupe Salcedo, en los Llanos Orientales;
Juan de la Cruz Varela, en Sumapaz; Juan de J. Franco, en el suroeste
antioqueño, y otros más que conformaron la serie de “generales” del movimiento
guerrillero. En general, estos grupos
alcanzaron un alto grado de organización, desarrollaron un ideario político de
gran contenido social e impusieron orden y disciplina sobre las regiones que
controlaban. Su fuerzo y dinamismo
preocupó enormemente a la dirigencia liberal, que se vio desbordada por el
avance político y militar de las
agrupaciones desde 1952. Este hecho,
además del terror generado en las otras regiones, y la necesidad de abrir
espacios políticos para el arreglo de las diferencias entre los partidos,
propiciaron el golpe de Estado en mayo de 1953.
ROJAS: TREGUA Y
CONTINUIDAD DE “LA VIOLENCIA”
El
ascenso del General Gustavo Rojas Pinilla al poder, mediante el golpe de Estado
contra el régimen de Laureano Gómez, abrió el camino para un cese en los
enfrentamientos y el entendimiento entre sectores moderados de ambos
partidos. El golpe de Estado de 1953 fue
rápidamente apoyado, si no dirigido, por el sector ospinista del conservatismo,
al cual pertenecía Rojas. Asimismo, en
forma muy rápida, la dirigencia liberal respaldó la medida y contribuyó a
legitimarla, aceptando la convocatoria a una Asamblea Constitucional. Esta, que habría de acompañar a Rojas durante
el año de gobierno que quedaba del periodo Gómez, debía preparar el camino para
convocar a elecciones y garantizar que el régimen militar permaneciera dentro
de límites democráticos. Así sucedió
hasta 1954, cuando Rojas logró que la Asamblea prolongara su gobierno por otro
periodo (1954-1958) y comenzó a distanciarse de la dirigencia bipartidista,
apoyado en la fundación de la “Tercera Fuerza”: militares y sectores medios y
populares bajo la proclama de ideas y acciones de corte populista. Los estudiantes y los sectores altos se
opusieron a ello; la respuesta fue la represión, que radicalizó la oposición
hasta el punto de convocar a paros nacionales escalonados y obligar a la
renuncia de Rojas. Mientras tanto, la
coyuntura creada por el régimen de Rojas y el peligro de que se convirtiera en
dictadura acercaron definitivamente a liberales y conservadores, quienes
pactaron un nuevo orden político: el Frente Nacional.
Además
del peligro de la dictadura, la reanudación de la violencia en las zonas de
guerrilla aceleró el proceso de acercamiento entre los partidos. Uno de los primeros actos del gobierno de
Rojas fue la proclamación de una amnistía general. Muchos de los líderes guerrilleros y de los
jefes de bandas se acogieron a ellas y entregaron las armas, pero varios de
ellos comenzaron a aparecer asesinados. Esto
motivó el reanudamiento de “la Violencia”, ahora sin las formas de terror del
periodo anterior, pero no por ello menos cruenta. El enfrentamiento fue ahora entre el
gobierno, apoyado por liberales y conservadores y las guerrillas. Ellas se
hicieron receptivas a las ideas socialistas y terminaron por transformarse, las
que no fueron aniquiladas, en guerrillas de corte marxista y maoísta.
CONSECUENCIAS
Es
importante señalar que este fenómeno transformó la estructura agraria al
cambiar en muchas zonas el régimen de propiedad y expulsar, convirtiéndolos en
migrantes, a cientos de miles de campesinos.
Por la misma razón, las ciudades vivieron un crecimiento no imaginado,
para el cual no estaban preparadas. Los sectores
industrial y de servicios no bastaron para acoger a todos estos hombres, lo que
se tradujo en los cinturones de miseria y, a la postre, en las formas de
violencia actual.
Bibliografía:
MEJÍA PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9o (Ciencias Sociales), 1a Edición, Editorial Norma , Bogotá-Colombia, 1991, páginas: 194-201.
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