LA CRISIS MUNDIAL DE
1929 Y EL RUMBO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1933-1945)
LOS EFECTOS DE LA CRISIS Y LAS RESPUESTAS MUNDIALES
La
crisis llamada también “Gran Depresión”, llevó a los países a procurar
soluciones nacionales para un problema mundial.
La respuesta fue recuperar la fuerza del nacionalismo económico, ahora
fortalecido por la creciente intervención del Estado en los asuntos económicos
y en las decisiones vitales que afectaban la banca, la industria, el comercio y
la moneda nacional. En 1933, se celebró
en Londres una Conferencia Económica
Mundial que pretendía recuperar la vitalidad tradicional del comercio
internacional por medio de la libertad de circulación de mercancías. Sin embargo no hubo acuerdo entre las
naciones industrializadas, y cada cual siguió el ejemplo británico de crear
zonas proteccionistas y tarifas preferenciales para los productos de los
territorios que formaban su imperio. En
1932 había dado dos pasos importantes con respecto a la crisis que sufría: en
febrero presentó la Ley sobre tarifas mínimas para los productos del Imperio, y
en agosto, por medio de la firma del acuerdo de Ottawa, garantizó la
cooperación económica entre los miembros de la Comunidad Británica de Naciones creada en 1931.
En
general los Estados introdujeron medidas y programas económicos que enfrentaron
la caída de los precios de los productos agrícolas e industriales, el desempleo
generalizado y amenazante de la seguridad social y política, la inestabilidad
de la moneda nacional, la necesidad de capitales para la inversión, la apertura
de nuevos mercados por medio de la firma de acuerdos bilaterales, la
reorganización de los sistemas bancarios, la protección de los intereses
agrícolas e industriales nacionales, entre otros frentes. En líneas generales, la respuesta de los
gobiernos iba dirigida a defender el bien de la nación por medio del control y
la racionalización de la libre competencia.
El resultado final fue el creciente poder del Estado, que se constituyó
en el gran empresario, el gran financiero, el ente investigador de nuevo tipo
encargado de anticipar y solucionar los problemas por medio del manejo de
estadísticas y la contabilidad nacional.
En ningún caso las acciones gubernamentales estuvieron dirigidas a
cuestionar o a negar la propiedad privada ni a discutir los principios del
capitalismo. Solamente enfrentaron los
desequilibrios que habían conducido a fenómenos como el paro, la pobreza y la
inseguridad y todo ello en medio de un clima de cooperación nacional.
LA RESPUESTA ALEMANA: EL NAZISMO
Alemania
fue el país en donde la Gran Depresión trajo mayores cambios sociales y
políticos. Allí la democracia se hundió
con la crisis, y en su lugar surgió el fenómeno más extremo y violento de las
derechas dela historia mundial: el Nacional-socialismo
alemán, dirigido por Adolfo Hitler.
No sólo recogió los sentimientos de frustración, miedo y resentimiento
que la derrota de la Gran Guerra y el costo del pago de las reparaciones habían
traído para el pueblos alemán: se sumó a ello el malestar social y la violencia
que caracterizaron la crisis económica y política antes de 1933 y los
sentimientos anticomunistas que animaban a sus sectores capitalistas
dirigentes. Sin embargo, con el paso del
tiempo, los nazis fueron logrando el
apoyo de diferentes sectores sociales de Alemania.
Hitler
construyó un Estado autoritario, dictatorial, racista, violento y
expansionista, enemigo de los liberales y conservadores que defendían la
democracia, y de los socialistas y comunistas que alentaban la revolución
marxista. Reorganizó la vida económica y
social en función de la dominación del mundo en el rearme alemán y en la
intervención del Estado en la economía.
Dos líneas primordiales guiaron la política nazi: la centrada
superioridad racial y la cultura alemana, que trajo la clasificación de los
seres humanos en razas superiores e inferiores.
La segunda giró en torno al espacio vital que el pueblo alemán
necesitaba para su bienestar, desarrollo y la satisfacción de sus necesidades. En su búsqueda de responsables de la ruina
política, militar y moral alemana, los nazis acusaron a los judíos. Recogieron la tradición antisemita, que en
occidente se remontaba a muchos siglos atrás, tratando de demostrar que existía
una conspiración judía mundial para dominar la civilización. Los nazis llevaron esta oposición a su más
extrema violencia durante su gobierno, abriendo campos de concentración desde
1933 y elaborando la estrategia de la solución
final que aseguraría el exterminio masivo de los judíos y de las razas
inferiores que obstaculizaban el progreso de la raza superior de los
arios. Los científicos, artistas e
intelectuales más prestigiosos de Alemania abandonaron el país desde el ascenso
del dictador, y lo continuaron haciendo hasta finales de la Segunda Guerra
Mundial.
STALIN Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
El
año 1933 arranca en la Unión Soviética con el segundo plan quinquenal, que
duraría hasta 1937. Termina este periodo
con el tercer plan que fue interrumpido por la invasión alemana y la entrada de
la URSS en la Segunda Guerra Mundial.
Resultado de esos planes fue la rápida industrialización soviética, pero
con un costo social y político muy elevado.
La posición dominante del Partido Comunista y la del Secretario del
Partido en su interior dieron a la URSS un gobierno autoritario y férreo,
comprometido por sacar al país del desorden y del atraso, y garantizar su
supervivencia –la de la revolución- frente a los países industrializados
capitalistas. En consecuencia, la
prioridad gubernamental fue la industrialización acelerada del país, con base
en el desarrollo de la producción metalúrgica, la construcción de maquinaria y
la producción de energía. Sobre el final
del I Plan Quinquenal se habían instalado nuevas empresas y se habían
desarrollado las industrial petrolera, de tractores, maquinaria agrícola y
medios de transporte como los automóviles, que recibían el estímulo de la
colectivización agrícola. Sin embargo,
la URSS se enfrentó pronto con el problema de la capacitación de la mano de
obra necesaria para conservar el impulso industrializador, de la organización
misma de los procesos productivos con la baja calidad de los productos y los
altos costos que la nueva realidad industrial imponía a una sociedad trasladada
del campo.
Aparecieron
nuevas concentraciones industriales en el norte y el este del país, centrales
hidroeléctricas y grandes vías de comunicación.
El Estado desplazó progresivamente las inversiones hacia el oriente. En su conjunto, el proceso de
industrialización de la URSS bajo Stalin se hizo con recursos nacionales: el
aislamiento de la revolución, particularmente después de la crisis económica
del capitalismo, obligó al Estado soviético a buscar entre los trabajadores los
aportes y los sacrificios necesarios para colocar a la URSS en el primer lugar
de la producción industrial en Europa, y en el segundo en el mundo después de
los Estados Unidos. El énfasis en la
industria pesada y, con el rearme europeo, en la industria de armamentos, descuidó
las necesidades del consumo de la población y el desarrollo de la industria
liviana. Las desproporciones fueron
inmensas. Las dificultades productivas
se agravaron por el hostil e inestable clima político interno. Las luchas por el poder, las detenciones y
los ajusticiamientos de viejos y nuevos
revolucionarios, y el control absoluto que adquirió Stalin del Partido y del
Estado, introdujeron en las relaciones laborales y en las tareas de dirección y
de control del trabajo agrícola e industrial, indecisiones y desorganización. El temor al fracaso o al error, y a ser
acusados de contrarrevolucionarios, dilataba y dificultaba las gestiones en el
proceso productivo. En suma, la Unión
Soviética consiguió un desarrollo industrial inusitado en un periodo de diez
años, por medio de la explotación intensiva de sus recursos naturales y
humanos, y por un proceso autoritario y violento que transformó la sociedad
soviética, creando nuevas clases
sociales y nuevas estructuras políticas y económicas.
LOS ESTADOS UNIDOS: ROOSEVELT Y EL NEW DEAL
Entre
1933 y 1939, el gobierno estadounidense presidido por Franklin Delano Roosevelt
luchó por sacar de la crisis social y económica a su país y por neutralizar el
creciente malestar político que algunos temían pudiera conducir a los fenómenos
autoritarios y violentos que vivía Europa.
Su propuesta de recuperación se denominó New Deal, que se ha traducido por Nuevo Trato. Creó muchas expectativas entre la población
trabajadora y desempleada, y muchos temores y desconfianza entre los
empresarios y banqueros, quienes se resistieron a ver como el Estado y el
Presidente intervenían en sus negocios y en la libertad que había caracterizado
a este país. Se distinguieron dos etapas
en el New Deal: una primera se extiende entre
1933 y 1935, y se conoce en la historia de los Estados Unidos como el
periodo de los Cien Días. En ella, el gobierno devaluó la moneda,
elevó los precios agrícolas e industriales y al mismo tiempo los salarios de
los trabajadores e impulsó un programa de obras públicas que diera empleo a las
víctimas del paro. En general, las
acciones del gobierno contribuyeron a mejorar levemente la situación, pero no
pudieron eliminar el inmenso desempleo que golpeaba a la población laboral, a
pesar de reducir las horas semanales de trabajo, con el fin de incorporar a más
personas. Las respuestas al programa
fueron opuestas y generaron protestas tanto del Congreso como de los
empresarios que sintieron sus intereses lesionados cuando el presidente les
obligaba a fijas un precio “justo” a sus productos y trataba de regular el
comercio y la vida de las empresas. La
segunda etapa del New Deal tuvo énfasis social.
El gobierno impulsó una serie de medidas para construir un Estado
comprometido con la seguridad social de sus nacionales: seguro de vejez, seguro
contra el paro, fortalecimiento del derecho sindical, fijación del monto de los
salarios mínimos por hora y por dedicación a la semana. Esta segunda etapa sufrió las presiones de la
evolución en las relaciones internacionales: el rearme alemán, la expansión
japonesa y la crisis política y social de Europa.
En
líneas generales se pueden destacar dos fenómenos en la historia de los Estados
Unidos en esta década de los treinta: uno primero remite al agrio debate entre
los defensores del Estado que patrocinaba el capitalismo liberal y tradicional,
y quienes defendían un capitalismo con responsabilidades sociales que
garantizaran la seguridad. El segundo,
que se tradujo en la sustitución progresiva del gobierno de los Estados y de
los municipios, frente a los ciudadanos, por la acción, administración y
gestión del Gobierno Federal y del Presidente, que incluso desplazaron las
labores del Congreso. Aun así, los
Estados Unidos no superaron la crisis ni lograron reducir el desempleo. Las respuestas y las soluciones se contrarían
en su participación en la Segunda Guerra Mundial.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL FRACASO DEL SISTEMA
INTERNACIONAL
El
estallido de la guerra fue precedido por acciones bélicas y ofensivas
diplomáticas, que advertían sobre el colapso que Europa tendría que
sufrir. Desde los años veinte, incluso,
el fascismo italiano había demostrado en diferentes actos hostiles y reclamaciones
la inconformidad del pueblo italiano frente a los resultados de la Gran
Guerra. Italia se vio enfrentada a la
Sociedad de las Naciones por sus agresiones a Yugoslavia y a Grecia, y por sus
aspiraciones imperialistas de dominar en el mar Mediterráneo. Durante los años treinta, la crisis del
sistema internacional se vio agudizada por las reclamaciones nazis a los
acuerdos de Versalles de 1919. Dichas
críticas fueron acompañadas delos nuevos planteamientos geopolíticos del
imperialismo nazi: el espacio vital del pueblo alemán. A partir de 1936, Alemania inicia su
expansión territorial: invasión de Renania, anexión de Austria y ocupación de
Checoslovaquia en 1938 y de Memel en marzo de 1939. El 1º de septiembre de 1939 principia su
ofensiva contra Polonia. Italia,
simultáneamente, había iniciado su actividad imperialista en África, al invadir
Etiopía en octubre de 1935, en su afán de construir la colonia de África
Oriental Italiana, ampliando sus posesiones desde Somalia en abril de 1939
invade Albania.
La
Sociedad de las Naciones, por su parte, había visto disminuida su eficacia y
reconocimiento internacional desde su misma instauración. Los Estados Unidos, cuyo presidente había
intervenido activamente en la fundación de una organización internacional que
garantizara la paz y el orden mundiales, nunca formó parte de ella. Por su parte, la Unión Soviética se vinculó
en 1934, pero sería excluida de ella en 1939 debido a los sucesos de Polonia. Alemania abandonó la organización en 1933 e
Italia lo hizo en 1937. Japón, el factor
bélico y expansionista en Asia y el Pacífico, nunca fue miembro de la Sociedad
de las Naciones.
El
desarrollo de la política europea fue ambiguo y causó el descrédito final de la
organización. La actitud anticomunista
de Gran Bretaña y Francia fue decisiva para ello, así como la opción británica
del apaciguamiento como política exterior, con el fin de evitar otra
guerra. La Alemania nazi consiguió
expandirse gracias al interés occidental de enfrentarla contra la Unión Soviética,
y le entregaron pueblos y tierras a cambio de satisfacer las reclamaciones
alemanas. En el momento de imponer
sanciones a Italia por su guerra contra Etiopía, que era miembro de la Sociedad
de las Naciones, debilitaron las medidas impulsadas por la organización. En suma, los intereses nacionalistas primaron
sobre los principios de la comunidad internacional. El descrédito de la organización y el fracaso
del sistema fundado en 1919 se evidenciaron el 1º de septiembre de 1939, cuando
Europa se vio envuelta en una nueva guerra: la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra tuvo dos etapas: la primera giró
en torno al escenario europeo entre 1939 y 1941; la segunda lo hizo en torno a
Europa y Asia Oriental (El Pacífico), cuando Japón atacó las posesiones coloniales
europeas y las bases estadounidenses en la región. La guerra fue resultado de varios factores:
las respuestas nacionalistas a la crisis económica mundial, que defendían
modelos proteccionistas y el orden vigente, y que se enfrentaron a las nuevas
fuerzas que cuestionaban dicho orden, luchando por acceder a las materias
primas que necesitaban sus industrias y a los mercados monopolizados por los
imperios coloniales y por las nuevas formas de asociación regional como el Panamericanismo y la Comunidad Británica de
Naciones.
Bibliografía:
MEJIA
PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9 (Educación
Básica Secundaria), Grupo Editorial Norma Educativa S.A., Bogotá-Colombia, 1991, páginas: 118 a 125.
Actividades:
1.
Con
base en la información del texto realice un comentario sobre el siguiente interrogante:
¿Cuáles fueron las principales respuestas dadas en el mundo a la crisis
económica de 1929?
2.
¿Por
qué fracasó la acción de la Sociedad de las Naciones?
4.
Fecha
límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 14 de Junio/2013.