sábado, 25 de mayo de 2013

Respuesta a la Crisis de 1929...


LA CRISIS MUNDIAL DE 1929 Y EL RUMBO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1933-1945)

LOS EFECTOS DE LA CRISIS Y LAS RESPUESTAS MUNDIALES

La crisis llamada también “Gran Depresión”, llevó a los países a procurar soluciones nacionales para un problema mundial.  La respuesta fue recuperar la fuerza del nacionalismo económico, ahora fortalecido por la creciente intervención del Estado en los asuntos económicos y en las decisiones vitales que afectaban la banca, la industria, el comercio y la moneda nacional.  En 1933, se celebró en Londres una Conferencia Económica Mundial que pretendía recuperar la vitalidad tradicional del comercio internacional por medio de la libertad de circulación de mercancías.  Sin embargo no hubo acuerdo entre las naciones industrializadas, y cada cual siguió el ejemplo británico de crear zonas proteccionistas y tarifas preferenciales para los productos de los territorios que formaban su imperio.  En 1932 había dado dos pasos importantes con respecto a la crisis que sufría: en febrero presentó la Ley sobre tarifas mínimas para los productos del Imperio, y en agosto, por medio de la firma del acuerdo de Ottawa, garantizó la cooperación económica entre los miembros de la Comunidad Británica de Naciones creada en 1931. 

En general los Estados introdujeron medidas y programas económicos que enfrentaron la caída de los precios de los productos agrícolas e industriales, el desempleo generalizado y amenazante de la seguridad social y política, la inestabilidad de la moneda nacional, la necesidad de capitales para la inversión, la apertura de nuevos mercados por medio de la firma de acuerdos bilaterales, la reorganización de los sistemas bancarios, la protección de los intereses agrícolas e industriales nacionales, entre otros frentes.  En líneas generales, la respuesta de los gobiernos iba dirigida a defender el bien de la nación por medio del control y la racionalización de la libre competencia.  El resultado final fue el creciente poder del Estado, que se constituyó en el gran empresario, el gran financiero, el ente investigador de nuevo tipo encargado de anticipar y solucionar los problemas por medio del manejo de estadísticas y la contabilidad nacional.  En ningún caso las acciones gubernamentales estuvieron dirigidas a cuestionar o a negar la propiedad privada ni a discutir los principios del capitalismo.  Solamente enfrentaron los desequilibrios que habían conducido a fenómenos como el paro, la pobreza y la inseguridad y todo ello en medio de un clima de cooperación nacional.

LA RESPUESTA ALEMANA: EL NAZISMO

Alemania fue el país en donde la Gran Depresión trajo mayores cambios sociales y políticos.  Allí la democracia se hundió con la crisis, y en su lugar surgió el fenómeno más extremo y violento de las derechas dela historia mundial: el Nacional-socialismo alemán, dirigido por Adolfo Hitler.  No sólo recogió los sentimientos de frustración, miedo y resentimiento que la derrota de la Gran Guerra y el costo del pago de las reparaciones habían traído para el pueblos alemán: se sumó a ello el malestar social y la violencia que caracterizaron la crisis económica y política antes de 1933 y los sentimientos anticomunistas que animaban a sus sectores capitalistas dirigentes.  Sin embargo, con el paso del tiempo, los nazis fueron logrando el apoyo de diferentes sectores sociales de Alemania.    

Hitler construyó un Estado autoritario, dictatorial, racista, violento y expansionista, enemigo de los liberales y conservadores que defendían la democracia, y de los socialistas y comunistas que alentaban la revolución marxista.  Reorganizó la vida económica y social en función de la dominación del mundo en el rearme alemán y en la intervención del Estado en la economía.  Dos líneas primordiales guiaron la política nazi: la centrada superioridad racial y la cultura alemana, que trajo la clasificación de los seres humanos en razas superiores e inferiores.  La segunda giró en torno al espacio vital que el pueblo alemán necesitaba para su bienestar, desarrollo y la satisfacción de sus necesidades.  En su búsqueda de responsables de la ruina política, militar y moral alemana, los nazis acusaron a los judíos.  Recogieron la tradición antisemita, que en occidente se remontaba a muchos siglos atrás, tratando de demostrar que existía una conspiración judía mundial para dominar la civilización.  Los nazis llevaron esta oposición a su más extrema violencia durante su gobierno, abriendo campos de concentración desde 1933 y elaborando la estrategia de la solución final que aseguraría el exterminio masivo de los judíos y de las razas inferiores que obstaculizaban el progreso de la raza superior de los arios.  Los científicos, artistas e intelectuales más prestigiosos de Alemania abandonaron el país desde el ascenso del dictador, y lo continuaron haciendo hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.

STALIN Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

El año 1933 arranca en la Unión Soviética con el segundo plan quinquenal, que duraría hasta 1937.  Termina este periodo con el tercer plan que fue interrumpido por la invasión alemana y la entrada de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.  Resultado de esos planes fue la rápida industrialización soviética, pero con un costo social y político muy elevado.  La posición dominante del Partido Comunista y la del Secretario del Partido en su interior dieron a la URSS un gobierno autoritario y férreo, comprometido por sacar al país del desorden y del atraso, y garantizar su supervivencia –la de la revolución- frente a los países industrializados capitalistas.  En consecuencia, la prioridad gubernamental fue la industrialización acelerada del país, con base en el desarrollo de la producción metalúrgica, la construcción de maquinaria y la producción de energía.  Sobre el final del I Plan Quinquenal se habían instalado nuevas empresas y se habían desarrollado las industrial petrolera, de tractores, maquinaria agrícola y medios de transporte como los automóviles, que recibían el estímulo de la colectivización agrícola.  Sin embargo, la URSS se enfrentó pronto con el problema de la capacitación de la mano de obra necesaria para conservar el impulso industrializador, de la organización misma de los procesos productivos con la baja calidad de los productos y los altos costos que la nueva realidad industrial imponía a una sociedad trasladada del campo.

Aparecieron nuevas concentraciones industriales en el norte y el este del país, centrales hidroeléctricas y grandes vías de comunicación.  El Estado desplazó progresivamente las inversiones hacia el oriente.  En su conjunto, el proceso de industrialización de la URSS bajo Stalin se hizo con recursos nacionales: el aislamiento de la revolución, particularmente después de la crisis económica del capitalismo, obligó al Estado soviético a buscar entre los trabajadores los aportes y los sacrificios necesarios para colocar a la URSS en el primer lugar de la producción industrial en Europa, y en el segundo en el mundo después de los Estados Unidos.  El énfasis en la industria pesada y, con el rearme europeo, en la industria de armamentos, descuidó las necesidades del consumo de la población y el desarrollo de la industria liviana.  Las desproporciones fueron inmensas.  Las dificultades productivas se agravaron por el hostil e inestable clima político interno.  Las luchas por el poder, las detenciones y los ajusticiamientos de viejos  y nuevos revolucionarios, y el control absoluto que adquirió Stalin del Partido y del Estado, introdujeron en las relaciones laborales y en las tareas de dirección y de control del trabajo agrícola e industrial, indecisiones y desorganización.  El temor al fracaso o al error, y a ser acusados de contrarrevolucionarios, dilataba y dificultaba las gestiones en el proceso productivo.  En suma, la Unión Soviética consiguió un desarrollo industrial inusitado en un periodo de diez años, por medio de la explotación intensiva de sus recursos naturales y humanos, y por un proceso autoritario y violento que transformó la sociedad soviética,  creando nuevas clases sociales y nuevas estructuras políticas y económicas.

LOS ESTADOS UNIDOS: ROOSEVELT Y EL NEW DEAL

Entre 1933 y 1939, el gobierno estadounidense presidido por Franklin Delano Roosevelt luchó por sacar de la crisis social y económica a su país y por neutralizar el creciente malestar político que algunos temían pudiera conducir a los fenómenos autoritarios y violentos que vivía Europa.  Su propuesta de recuperación se denominó New Deal, que se ha traducido por Nuevo Trato.  Creó muchas expectativas entre la población trabajadora y desempleada, y muchos temores y desconfianza entre los empresarios y banqueros, quienes se resistieron a ver como el Estado y el Presidente intervenían en sus negocios y en la libertad que había caracterizado a este país.  Se distinguieron dos etapas en el New Deal: una primera se extiende entre  1933 y 1935, y se conoce en la historia de los Estados Unidos como el periodo de los Cien Días.  En ella, el gobierno devaluó la moneda, elevó los precios agrícolas e industriales y al mismo tiempo los salarios de los trabajadores e impulsó un programa de obras públicas que diera empleo a las víctimas del paro.  En general, las acciones del gobierno contribuyeron a mejorar levemente la situación, pero no pudieron eliminar el inmenso desempleo que golpeaba a la población laboral, a pesar de reducir las horas semanales de trabajo, con el fin de incorporar a más personas.  Las respuestas al programa fueron opuestas y generaron protestas tanto del Congreso como de los empresarios que sintieron sus intereses lesionados cuando el presidente les obligaba a fijas un precio “justo” a sus productos y trataba de regular el comercio y la vida de las empresas.  La segunda etapa del New Deal tuvo énfasis social.  El gobierno impulsó una serie de medidas para construir un Estado comprometido con la seguridad social de sus nacionales: seguro de vejez, seguro contra el paro, fortalecimiento del derecho sindical, fijación del monto de los salarios mínimos por hora y por dedicación a la semana.  Esta segunda etapa sufrió las presiones de la evolución en las relaciones internacionales: el rearme alemán, la expansión japonesa y la crisis política y social de Europa. 

En líneas generales se pueden destacar dos fenómenos en la historia de los Estados Unidos en esta década de los treinta: uno primero remite al agrio debate entre los defensores del Estado que patrocinaba el capitalismo liberal y tradicional, y quienes defendían un capitalismo con responsabilidades sociales que garantizaran la seguridad.  El segundo, que se tradujo en la sustitución progresiva del gobierno de los Estados y de los municipios, frente a los ciudadanos, por la acción, administración y gestión del Gobierno Federal y del Presidente, que incluso desplazaron las labores del Congreso.  Aun así, los Estados Unidos no superaron la crisis ni lograron reducir el desempleo.  Las respuestas y las soluciones se contrarían en su participación en la Segunda Guerra Mundial.

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL FRACASO DEL SISTEMA INTERNACIONAL

El estallido de la guerra fue precedido por acciones bélicas y ofensivas diplomáticas, que advertían sobre el colapso que Europa tendría que sufrir.  Desde los años veinte, incluso, el fascismo italiano había demostrado en diferentes actos hostiles y reclamaciones la inconformidad del pueblo italiano frente a los resultados de la Gran Guerra.  Italia se vio enfrentada a la Sociedad de las Naciones por sus agresiones a Yugoslavia y a Grecia, y por sus aspiraciones imperialistas de dominar en el mar Mediterráneo.  Durante los años treinta, la crisis del sistema internacional se vio agudizada por las reclamaciones nazis a los acuerdos de Versalles de 1919.  Dichas críticas fueron acompañadas delos nuevos planteamientos geopolíticos del imperialismo nazi: el espacio vital del pueblo alemán.  A partir de 1936, Alemania inicia su expansión territorial: invasión de Renania, anexión de Austria y ocupación de Checoslovaquia en 1938 y de Memel en marzo de 1939.  El 1º de septiembre de 1939 principia su ofensiva contra Polonia.  Italia, simultáneamente, había iniciado su actividad imperialista en África, al invadir Etiopía en octubre de 1935, en su afán de construir la colonia de África Oriental Italiana, ampliando sus posesiones desde Somalia en abril de 1939 invade Albania.

La Sociedad de las Naciones, por su parte, había visto disminuida su eficacia y reconocimiento internacional desde su misma instauración.  Los Estados Unidos, cuyo presidente había intervenido activamente en la fundación de una organización internacional que garantizara la paz y el orden mundiales, nunca formó parte de ella.  Por su parte, la Unión Soviética se vinculó en 1934, pero sería excluida de ella en 1939 debido a los sucesos de Polonia.  Alemania abandonó la organización en 1933 e Italia lo hizo en 1937.  Japón, el factor bélico y expansionista en Asia y el Pacífico, nunca fue miembro de la Sociedad de las Naciones. 

El desarrollo de la política europea fue ambiguo y causó el descrédito final de la organización.  La actitud anticomunista de Gran Bretaña y Francia fue decisiva para ello, así como la opción británica del apaciguamiento como política exterior, con el fin de evitar otra guerra.  La Alemania nazi consiguió expandirse gracias al interés occidental de enfrentarla contra la Unión Soviética, y le entregaron pueblos y tierras a cambio de satisfacer las reclamaciones alemanas.  En el momento de imponer sanciones a Italia por su guerra contra Etiopía, que era miembro de la Sociedad de las Naciones, debilitaron las medidas impulsadas por la organización.  En suma, los intereses nacionalistas primaron sobre los principios de la comunidad internacional.  El descrédito de la organización y el fracaso del sistema fundado en 1919 se evidenciaron el 1º de septiembre de 1939, cuando Europa se vio envuelta en una nueva guerra: la Segunda Guerra Mundial.  Esta guerra tuvo dos etapas: la primera giró en torno al escenario europeo entre 1939 y 1941; la segunda lo hizo en torno a Europa y Asia Oriental (El Pacífico), cuando Japón atacó las posesiones coloniales europeas y las bases estadounidenses en la región.  La guerra fue resultado de varios factores: las respuestas nacionalistas a la crisis económica mundial, que defendían modelos proteccionistas y el orden vigente, y que se enfrentaron a las nuevas fuerzas que cuestionaban dicho orden, luchando por acceder a las materias primas que necesitaban sus industrias y a los mercados monopolizados por los imperios coloniales y por las nuevas formas de asociación regional como el Panamericanismo y la Comunidad Británica de Naciones.

Bibliografía:

MEJIA PAVONY, Germán, EASTMAN ARANGO, Juan Carlos y Otros. Civilización 9 (Educación Básica Secundaria), Grupo Editorial Norma Educativa S.A., Bogotá-Colombia,  1991, páginas: 118 a 125.


Actividades:

1.    Con base en la información del texto realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿Cuáles fueron las principales respuestas dadas en el mundo a la crisis económica de 1929?
2.    ¿Por qué fracasó la acción de la Sociedad de las Naciones?
3.   Las respuestas al interrogante 2 enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 14 de Junio/2013.